miércoles, agosto 4

el extraño mundo preescolar

Mi linda ahijada Sol estuvo de cumpleaños el fin de semana pasado. Dosssh annniosssh según sus propias palabras y sus dedos que muestra a todo el mundo con orgullo. Eso significa que por fin está en edad de interactuar con otras personas, porque la verdad es que al principio era bien fome y la máxima relación que tenía con su ilustre madrina era sonreirle de vez en cuando o tirarle el pelo con ganas.

Ahora, en cambio, podemos tener interesantísimas conversaciones -con subtítulos todavía, pero estamos progresando- sobre sus paseos en auto, las flores que crecen en el jardín de la casa o las ajetreadas vidas de sus muñecas. Además ya está en condiciones de aprender y replicar mis educativas enseñanzas, como la importancia de tapar los lápices de tinta luego de pintar, el mejor modo de discimular que comimos chocolate para evitar el reto o las ventajas de ver Toy Story en lugar de Barney y esos monitos mamones.

Peeero los dos años también significaron un tremendo desafío para la madrina, quien partió en busca del regalo ideal pensando, inocentemente, que sería cosa de entrar y comprar algo para niños preescolares. Error. El proceso me quitó varias horas
de sueño de trabajo porque resultó no ser tan simple como elegir un cascabel o un móvil.

En resumen:

Paso uno: Primera incursión a las tiendas.
Conclusión:
Todo es caro. No caro-caro en sí, sino caro en relación precio-producto. O sea, 12 lucas por una figurita de cinco centímetros cuyo único mérito es tener un programa de televisión? Claro, la figurita protagonista seguramente cobra bastante por los derechos de uso de su imagen, como Hanna Montana. Pero igual, no lo merece. Y ni siquiera estoy tan segura de que la cumpleañera sea fanática del programa.

Paso dos: Visita a tiendas especializadas.
Conclusión: Todo es educativo. ¡Todo! En mis tiempos (ja!) uno jugaba para divertirse. Como mucho para aprender roles y practicar desde ya con las guaguas, las tacitas o los autos (jajaa!) Pero lo primordial era pasarlo bien y ensuciarse harto. Ahora los pobres niños están obligados a aprender todo el rato, porque hasta el más inocente animal de peluche trae camuflada alguna función educativa para iniciar a su dueño en el doctorado en física nuclear.

Paso tres: Consulta directa a la involucrada.
- Sol, ¿qué quieres de regalo para tu cumpleaños?
- ¿Regalo?, dijo, y me miró con los ojos muy abiertos y cara de "ya po, entrégalo!", mientras miraba de reojo mi mochila.
Conclusión: Practicar con la ahijada la relación tiempo-espacio.

Paso cuatro: Focus group.
Conclusión: Los padres aman hablar horas y horas sobre sus hijos. Mucho. Después del recorrido por los escritorios de los compañeritos de oficina que tienen hijos, me enteré de sus últimas gracias y de lo inteligentes que son esos niños. Pero también pude recolectar unas cuantas propuestas apropiadas para mi público objetivo.

Resultado: Éxito total.
Siguiendo las recomendaciones partí a la juguetería más cercana y me llevé el regalo ideal. Lindo y consecuente con mis enseñanzas, aunque tuve que aguantarme las ganas de abrirlo hasta el cumpleaños. Gracias a mi participación manipulando el juguete (por fin!) a Sol le pareció de lo más interesante y pasamos un rato armando y desarmando, me explicó los colores de cada parte, cuál era más grande o más chica, cuál iba arriba o abajo. Luego se divirtió guardando todas las piezas, sacándolas, guardándolas otra vez y volviendo a sacarlas.

Fuentes cercanas confirmaron, pocos días después, que ya había partes perdidas, señal inequívoca de que la ahijada disfrutó con el regalo. No sé porqué los fabricantes no han atinado a vender los repuestos por separado. ¿O sí? También deberían hacer un manual de instrucciones para que los inexpertos podamos encontrarlos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Concuerdo plenamente con el paso 2!!! Es terrible!!! Yo debería ser la más hincha por los juguetes educativos, pero no, me gustan las cosas más simples, o que enseñan cosas más amplias que las letras y los números...
Buen regalo al final, cada vez que voy a París y veo al señor cara de papa me dan ganas de comprármelo para mí! Cuando chica tenía yo tenía los accesorios heradados de un abuelos, y los usaba en una papa de verdad! :)

PauS dijo...

Yo estoy esperando que pase el furor de la película para que llegue la liquidación de los monitos. Ahí me los compro todos!!!

Nika dijo...

Llegué desde el blog de Maco, y me encantó! Se me ocurren mil ocmentarios para hacerte, de cada uno de los posteos.
Me re-divertí con este en particular y con el de Malas Madres. Sabés, cuando yo no tenía hijos también me cargaban soberanamente los chicos. Me parecían crueles! Pero... siempre supe que a los mios los iba a querer. Y así fue. Por otro lado, te aseguro que a nosotros, los que ya somos padres, tampoco nos viene el manual de instrucciones, ni de los juguetes ni de los hijos!! Así que estamos al horno!!
Y... yo ya estoy cerca de los 40, pero tampoco tengo atisbos de crisis. Tranki, nosotras tampoco somos de manual!!
Besos, te sigo leyendo!

PauS dijo...

Hola Nika! Qué bueno tenerte por aquí. Siempre es bueno saber que uno no es la única con estos rollos. Y comenta todo lo que quieras no más, mira que esto de la retroalimentación me hace feliz feliz :)

 

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