jueves, julio 28

la bruja Paulina

Pasó, no sé cómo, que mi ahijada otra vez estuvo de cumpleaños. Celebración, torta y regalos: tres razones para hacerla saltar de felicidad mientras yo pensaba que lo raro de los niños es que hacen evidente el paso del tiempo. Un día Sol no existía, al siguiente era un ser humano completo que lloraba exigiendo atención y ahora es una persona con su propia opinión sobre el mundo. Raro, ¿no?

La parte buena es que ya está en condiciones de conversar, cosa que la hace mucho más interesante. Ella pregunta y yo le respondo. Yo le pregunto y ella encuentra respuestas increíbles. Su único defecto es que sucumbió al encanto de las princesas Disney y aspira a convertirse en una. Y yo me siento un poco culpable por no haber pasado más tiempo con ella para mostrarle otras opciones. No sé si convencerla de que la vida de los piratas es mucho más emocionante, pero podríamos encontrar algún equilibrio.

Por supuesto que no quiero fomentar el asunto con regalos de cumpleaños rosados y brillantes. Qué manera de ganar plata el señor Disney con la imagen de estas señoritas que, como todos sabemos, originalmente estaban bien lejos del glamour hollywoodense. En fin, mucha teoría y declaración de principios pero la verdad es que en la práctica es difícil no caer en la tentación. Sobre todo cuando dos tercios de las tiendas infantiles son rosados y brishantes, uno compra a última hora y la felicidad de la ahijada está asegurada si en el envase de cualquier cosa hay una princesa con copyright.

Lo reconozco: en la librería me fui directamente a unas ediciones de lujo que irradiaban lucesitas y dulzura. Princesas para pintar. Cuentos sobre princesas. El backstage de los cuentos sobre princesas. Y (inserte aquí ataque al corazón en grado máximo) instrucciones para ser como una princesa. INSTRUCCIONES. En serio, un librito con lindas ilustraciones de la Cenicienta o Blanca Nieves más una lista de las características apropiadas a su carácter. La princesa ama a todos los animales. La princesa es muy dulce. La princesa siempre sonríe. SIEMPRE SONRÍE.

Ahí, justo ahí, me quise morir y aborté la misión compra de regalo. No pude parar de pensar si los editores de estos libros escogen frases al azar, como los horóscopos en los diarios, o si de verdad están pensando en formar una generación de amorosas, dóciles y sonrientes mujeres vestidas de rosado. Todavía sigo pensando si hay padres que compran a sus hijas manuales de instrucciones para garantizarles un futuro donde no importe si se sienten mal o si algo les molesta: ellas sonreirán siempre.


¿Estoy exagerando? ¿Soy yo o son las princesas? Claramente nunca leí un libro así de chica: vivo con cara de odio a la humanidad y sonrío sólo en situaciones de necesidad social porque aprendí que así la gente no se espanta. Pero tampoco es que ande todo el tiempo odiando a la humanidad, es sólo que la expresión se malinterpreta. No, los piratas no son un buen ejemplo. Ahora que lo pienso, la vida habría sido mucho más fácil con actitud de princesa.

Algo así le dije a Novio, saliendo de la librería. Y él, después de meditarlo unos segundos, respondió muy cortesmente que a veces le gustaría encontrar más mujeres así. Así, como princesas que siempre sonríen. Princesas que siempre sonríen, pensé yo, y justo en ese momento algo hizo click en mi cabeza. Algo como si un engranaje pequeño se hubiera salido de su eje, algo insignificante dentro de todo el sistema pero muy muy muy molesto.

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