lunes, julio 25

el block optimista

La mayoría de los blogs que leía se privatizaron o simplemente dejaron de escribir, así que estoy con delirium tremens de vidas ajenas. Me siento un poco sicópata reconociéndolo así, con tanto descaro... pero qué tanto, al final no es tan distinto a leer novelas o ver películas basadas en la vida real, claro que en dosis adecuadas a mi capacidad de concentración actual. 

Mientras buscaba nuevo material de lectura mi cabeza empezó a clasificar los blogs que encontraba. Mi cabeza suele clasificar todo, analizar todo, hacer teorías absurdas, en fin, una lata. Pero el punto es que la clasificación básicamente lleva:

1. El blog temático. Gente interesada en cosas extrañas y dispuesta a escribir sobre esas cosas. Desde las madres que cuentan detalladamente cada logro de sus hijos hasta los fanáticos de unas raras muñecas japonesas. Podría gustarme alguno sobre cocina o tejidos, dos habilidades que me encantaría tener pero que no me alcanzan ni siquiera para entender los post. Descartamos.

2. El blog pro suicidio, donde uno cuenta lo difícil que se le hace la vida y se desahoga y trata de hacer terapia cuando claramente debería irse a acampar a la consulta de un siquiatra. Sí, hola, aquí estamos. Puede ser una herramienta muy útil para liberar tensiones pero claramente es una lata leerlo.

3. El blog optimista. Aquí la autora (¿será que sólo las mujeres escribimos blogs?) cuenta lo maravillosa que es su vida, lo lindos que son sus hijos y lo perfecta que se ve su casa. Puaj puaj puaj de entrada, pero también me quedan algunas sospechas que aplican, de paso, a todo lo que es redes sociales. ¿Si lo estás pasando tan bien con tu novio, qué diablos haces con el computador encendido? ¿Y escribiendo un blog/twitteando/subiendo la foto a facebook? Por favoooor no insulte mi inteligencia. O quizás sí, insúltela no más porque parece que no me había dado cuenta que esa es mejor terapia que andar contándole los traumas a la estratósfera: crear una vida virtual de puras maravillas publicando que el novio tan amoroso otra vez trajo chocolates, que nos estamos riendo un montón en el bar con las amigas, que qué lata tener que esperar al peluquero para ese masaje que soluciona las puntas secas, galla.

Mi hipótesis es que si se escribe una y otra vez mi vida es bacán, al final uno termina creyéndolo. Como un mantra. Así que mi propósito los últimos días fue hacer un block optimista y empezar a contar cosas lindas como los kilómetros que caminamos por la orilla del mar el domingo, el hermoso bolso que compré y donde cabe absolutamente toda mi vida, o lo increíble que es la luz naranja que llega por el balcón cada atardecer. Jajaa sólo pensar en tanta dulzura me provoca dolor de estómago. Puaj puaj puaj para mí.

En fin, la moraleja del fin de semana fue que mi vida funciona mejor cuando me obsesiono con algo y aquí está mi block siempre disponible. Pero no puedo escribir cuando estoy realmente triste porque entonces no tengo ganas ni de encender el computador. Tampoco escribo cuando ando feliz por la vida porque, claro, estoy ocupada siendo feliz. Lo que hago, y esta es otra teoría absurda, es deshacerme de cosas que me dan vueltas en la cabeza, cosas felices o deprimentes. Me acuerdo de Harry Potter, de un aparato que usan los magos para guardar sus pensamientos y mirarlos desde afuera. 

Eso es. Lo que yo necesito es perspectiva. A veces pienso que debería rehacer amigos.

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