jueves, octubre 28

quiero ser Summer Finn

Después de mi última crisis existencial decidí que era el momento de tomar decisiones radicales, así que hice lo que toda mujer hace cuando siente que su vida necesita un cambio: partí a la peluquería, cerré los ojos y dije "corta". Cuando volví a verme en el espejo, mi cabeza estaba casi como la quería. Casi, porque en el fondo mi intención era quedar igual a Summer Finn, pero todos sabemos que la naturaleza es injusta y claramente no tengo peinado de estrella de Hollywood. El resto de la anatomía tampoco, pero qué se le va a hacer.

La señorita Finn es una de mis nuevas ídolas cinematográficas. La otra es Marjane Satrapi, una chica iraní que en Persépolis relata parte de su vida. Buenísima por el modo en que cuenta la historia y también por que es real, cosa que a este lado del mundo cuesta creer un poco con tanta revoltura política, religiosa, social, cultural... En fin, gran película, pero más allá de su aporte a mi conocimiento general hay una escena particularmente aclaradora: después de pasar por una guerra, una revolución, una adolescencia lejos del país y de la familia, un novio al que encuentra con otra en la cama y una enfermedad que la deja en condiciones bastante deplorables, Marjane decide levantarse y retomar el control. O sea, si ella puede, ¿qué queda para uno?

Los problemas de Summer Finn, en cambio, son bastantes más mundanos, pero igual los enfrenta honestamente y manteniendo el control sobre su vida. Es la chica que obsesiona al protagonista de 500 days of Summer, y que tras un rato de relación lo patea argumentándole que el amor no es más que un invento de Disney y que ella no sirve para estar en una relación de pareja. Bueno, no es exactamente así pero es lo que habría dicho yo, manteniendo la idea. Y luego, cuando tiempo después se encuentran y él le pregunta que cómo es posible que se haya casado con otro si nunca quiso ser su novia ni la de nadie más, ella lanza una de las mejores frases de la historia: "Un día desperté y lo supe".

Es que así no más es. Un día uno despierta y está segura de lo que quiere, entonces es capaz de lanzarse a la piscina sin temerle al agua y asumir un compromiso. Creo que no hay más explicación que esa, pero al parecer a muchos hombres les molestó tanta simplicidad y calificaron a Summer de cabrona por no quedarse junto al pobre Tom que moría de amor por ella. Y no po, ella no es una cabrona, no es que se sienta superior a los chicos con los que sale. Es sólo que no cumple el estereotipo de la mujer sin pareja: de cacería constante porque nuestro único fin en la vida es atrapar marido y perpetuar la especie. 


Cada vez que salí sola con mis amigas terminamos espantando a algún galán barato que se nos acercaba en la calle o de lo más cancheros se sentaban en nuestra mesa como si nos hicieran un favor por iniciar una conversación. Como si nos ayudaran a alcanzar nuestro objetivo de la noche. Y creo que la mala onda con que los echamos nunca fue por algo personal, sino que simplemente iniciar una nueva relación no era alternativa. Y creo yo que eso no nos hace malas personas. 

Lo peor fue cuando tomé un taxi después de conversar por horas con mi amiga Sol. El chofer, demasiado sociable para mi gusto, empezó hablándome del clima y terminó preguntándome dónde andaba y con quién. 

- Estaba tomando unos tragos con una amiga, le respondí.
- ¿Con una amiga? ¡¿Y no tiene pololo?!
- No, no tengo.
- Ahhhh. Pero no se preocupe, ya va a encontrar uno, dijo con tono de lástima que pretendía ser consuelo. No se preocupe mija, que no se va a quedar solterona porque como decía mi abuelita "a nadie le falta Dios". Uf.

Por alguna razón los hombres creen que el mundo es como una proyeccion de Sex and the city, lleno de mujeres capaces de asesinar por un par de zapatos para salir con el primer tipo que se cruza en su camino, esperando que al despertar el anillo de compromiso esté en el velador. Pero esa no es la idea, o no para todas.

Summer, por ejemplo, deja que Tom siga su camino. O sea, no te prometo amor eterno porque no creo que eso pase, al menos no contigo. No se trata de emparejarse con cualquiera para evitar quedarse sola, encuentro yo. Cuando Marjean está llorando desconsolada luego de separarse del marido, su abuela le aclara que en realidad no llora por la pérdida si no por haber comprobado que se equivocó en la elección. Una cachetada de sabiduría que a todas nos vendría bien en algunos momentos de la vida. Ah, sí, ahora también quiero ser como Marjean. Quizás la naturaleza prefiera que me quede con su estilo, ya que con la otra referencia no hubo caso.

2 comentarios:

Flo dijo...

(pero Sex and the City mostraba también a mujeres que disfrutaban su independencia y soltería y que no buscaban un hombre al cual atar...)
Persépolis la encontré demasiado oscura para mi gusto, esas historias terribles...para dramas, ya está la vida! (frase genial de Fox).

PauS dijo...

No sé, nunca lo vi tanto como para hacer ese análisis. Sí me acuerdo de la protagonista persiguiendo al novio/ex novio/posible novio y luego con el discurso de la independencia y las ventajas de la soltería. Siempre me pareció que en el fondo tenía un miedo enorme a estar sola, pero era bonito y políticamente correcto decir lo contrario en público. En fin, para mí siempre fue motivo de envidia que viviera de escribir una columna en un diario... ¡Yo sería millonaria!

 

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