viernes, septiembre 10

disfdutando da pdimaveda

Los mejores lugares del mundo para pensar son la ducha y las micros. En la ducha he tenido excelentes ideas para titular trabajos cuando estudiaba o reportajes cuando los escribía para la pega, se me han ocurrido las técnicas más creativas para hacer rendir el presupuesto y hasta he recibido algunas revelaciones para tomar esas decisiones importantes de la vida.

En las micros el asunto es más abstracto, será porque no tienen esa capacidad que tiene la ducha para desconectarme del resto de la realidad y también porque me distraigo fácilmente mirando por las ventanas o escuchando conversaciones ajenas. Además, aquí en la gran capital hay que luchar para sobrevivir mientras uno se transporta, así que eso complica más la capacidad de concentrarse.

De todas maneras aprovecho el trayecto trabajo-casa para tener esos momentos de iluminación (en el trayecto casa-trabajo de las mañanas todavía voy durmiendo). Diría que el aporte del transporte público a mi vida es que me ayuda a analizar y tomar cierta perspectiva sobre las cosas, que no por más abstractas son menos relevantes. Su otro aporte, el de trasladarme de un lado a otro, la verdad es que lo hace en forma bastante deficiente. Pero ese ya es otro tema.

Lo importante es que estos días me he dedicado a pensar en las grandes decisiones que a veces hay que tomar. Así que mientras disfruto los tacos de la Alameda últimamente mi cabeza va del posible cambio de casa a la búsqueda de pega nueva, pasando por las opciones reales de tener un perro, la venta del auto y lo viable que sería trasladarnos a otra ciudad.

Hace un par de días me di cuenta de lo adultas que suenan mis preocupaciones -poco tiempo atrás lo que ocupaba mis viajes era decidir qué haría el fin de semana o cuál sería el regalo ideal para algún cumpleaños, ja!-. Estaba pensando si no sería algo así como el cierre de un ciclo. Si creyera en la astrología pensaría que tiene que ver con la alineación de los planetas o algo así.

Pero unos pinchazos en la nariz y la garganta me avisaron de pronto que la razón es mucho más fácil de explicar: llegó la primavera. De hecho, esa misma vez noté que hacía harto tiempo no me devolvía de la pega con luz de sol, cosa que es bastante buena porque en los últimos meses tenía la sensación de no hacer nada más que trabajar de la mañana a la noche. Lindo lindo esto de sentir que uno tiene vida también para otras cosas. 

Lo que no es tan lindo es todo lo que el cambio de estación trae asociado. Habrá gente que anda feliz de la vida renovando el guardarropa, escuchando los pájaros y cantando que love is in the air, pero yo no. Yo estornudo a morir y empiezo a hablad de una maneda extdaña y me pica da nadiz y da gadganta y a veces hasta me cuesta despidad. Hoddible!!

Tampoco es que odie la primavera en sí. Me gusta ver cómo las plantas florecen, dejar de usar cinco capas de ropa para sobrevivir al frío y aprovechar de instalarme en las mesas que cafés y bares sacan a sus terrazas o a las calles. Y sobre todo, inaugurar la temporada de asados dieciocheros.

A lo que todavía no le encuentro solución es al desagradable clima de la precordillera. De la hipotermia pasamos al calor más espantoso en un par de semanas, y así es absolutamente imposible acostumbrarse, sobre todo cuando uno disfruta más esta ciudad en sus términos medios -en cuanto a temperaturas, se entiende-.

Personalmente, odio el calor. Creo que abrigarse o tomar un café o acostarse temprano siempre será más fácil que buscar los mecanismos para sobrevivir al calor. Y personalmente también, vivo en un departamento que recibe sol todo todo todo el día, lo cual se agradece durante los gélidos meses de invierno pero apenas empieza la temporada primavera-verano el asunto se vuelve crítico.

Aunque Novio, siempre más optimista, ya está preparando el equipo de baño para lanzarse por fin a la piscina. También empezamos el proceso de adaptación moviendo muebles para aprovechar lo que nos queda de sombra. Y yo estoy a punto de mandar la ropa de invierno a la bodega. La renovaría por la nueva colección de primavera, pero la mayor parte de mis ingresos está viajando directamente a los bolsillos del señor fabricante de antialérgicos. Debería convertirme en accionista.

2 comentarios:

Flo dijo...

Jajaja, yo soy de las que andan felices por la calle saltando, cantando y oliendo las florcitas.
Lo que no quita que igual me lo estornudo todo y voy a tener que poner limpiaparabrisas por dentro del auto...
Pero te aconsejaría que no guardes todavía la ropa gruesa porque esta época es bien traicionera y la temperatura puede bajar en menos de una hora y alergia + resfrío...mejor no.
Espedo que te siendas bejod.

PauS dijo...

Gdacias Flo! La verdad es que este año lo he llevado bastante mejor porque empecé con la prevención en agosto. Algo se aprende del sufrimiento previo... Ahora lo que me preocupa es precisamente evitar el resfrío con tanto cambio de temperatura. Después de cierta edad hay que cuidarse todavía más!

 

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