viernes, septiembre 24

18 x 2


Asados, asados, asados. Si me lee algún vegetariano debe estar odiándome desde hace un par de post por mis públicas declaraciones de amor a los asados. Yo puedo entender sus principios y/o gustos, pero lo que no entiendo es porqué insisten en evangelizarnos a todos los que definitivamente no compartimos sus convicciones, como hace mi hermana Ana en cada evento familiar. Tampoco entiendo porqué creen que las vacas tienen más derecho a no ser comidas que los atunes.

En fin. Ana aprovecha de hacernos sentir culpables en estas fechas, y mientras yo disfruto las actividades dieciocheras a fondo, ella come empanadas con carne de soya y anuncia que como más le gusta el pollo es corriendo libre por el campo (!) Igual, a pesar de sus llamados a la conciencia, lo pasé de lujo el fin de semana largo gracias al bicentenario -ay la inconsecuencia!-

El problema este año fue Novio. O sea, el problema no fue él sino la necesidad de pensar con él toda la agenda de actividades sociales. Antes era sólo yo, y eso no significa que todo tiempo pasado fue mejor pero sí que era más fácil. Agarraba mi mochila y partía. O me quedaba tranquilamente mirando el techo y ya. A nadie le complicaba demasiado ni le afectaban mucho los cambios de planes a última hora.

Pero este 18 fue diferente, porque con unos días de anticipación tuvimos que diseñar una completa estrategia para hacer calzar las invitaciones de las respectivas familias y amigos, calcular los tiempos de viaje y tratar de quedar felices los dos. Fue raro. También fue un poco difícil. Y entretenido, claro.

Supongo que es en estos momentos cuando uno realmente toma conciencia de que vive en pareja, más allá de los asuntos cotidianos como encontrarme en el baño su espuma para afeitar o la posibilidad de tener acceso libre e ilimitado a su colección de discos. Supongo que tiene que ver también con que, como estoy más vieja, puedo haber aprendido a tomarme las relaciones con algo más de seriedad y/o compromiso. Y claramente también tiene que ver con Novio, porque no se trata de andar por la vida haciendo planes con el primer sujeto que se cruza en el camino.

Eso lo aprendí también este fin de semana, cuando sacamos nuestra increíble parrilla eléctrica y armamos un quincho en el balcón. Nuevamente asado, pero esta vez sólo los dos. Y ahí me acordé de un 18 de hace años, cuando caminaba hacia mi celebración correspondiente y vi una pareja que preparaba también su asado en un balcón del Puerto. Los dos solos, y yo pensé que era una lata porque para mí estos eventos eran necesariamente con haaaarta gente.

Es raro, porque siempre pensé que a mí no me pasarían esas cosas. Y es difícil porque de alguna manera debo dejar de ser tan egoísta como he sido siempre, manejar mejor mis cambios de humor y aprender a convivir con los cambios de humor de Novio. Pero es entretenido y muy estimulante porque a cada momento podemos inventar algo nuevo mientras vamos resolviendo cosas por el camino, adaptándonos y agarrando un ritmo común. Y claro, es buenísimo saber que siempre hay alguien que amerita un asado a solas.

2 comentarios:

Nika dijo...

Me encantó! De eso se trata, de aprender a ser dos. Disfruten mucho de esta etapa!!

PauS dijo...

Estamos en eso ;)

 

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