jueves, julio 1

porqué (no) vivimos solas

A propósito del mundial, varios de mis amigos publicaron este video para recordarnos lo que enfrentaríamos las mujeres durante la temporada futbolera. Yo lo había visto varios meses antes desde una perspectiva bien distinta: se titulaba "porqué las mujeres vivimos solas" y un montón de chicas comentaba luego todas las ventajas de no tener que compartir el espacio con un hombre.

Anoche me lo recordó mi amiga Clara mientras tomaba su pisco sour y contaba lo latero que puede llegar a ser su marido. Que le llenó la casa de cables con la instalación de artefactos para poder ver todos los partidos del mundial. Que ahora más que nunca se apropió totalmente del control remoto. Que deja el lavamanos lleno de pelos cada vez que se afeita. Y, cómo no, que la tapa del baño siempre está arriba.

Clara hablaba y yo me daba cuenta que en realidad nunca había analizado el tema con esa profundidad que llega tras un par de copas. Quiero decir, nunca estuvo en mis planes comprometerme hasta ese punto, así que nunca me dediqué a evaluar si sería bueno o malo armar la casa y la vida con otra persona. El plan siempre ha sido armarla y ya.

Claro que las cosas son bien distintas cuando uno las planifica desde la comodidad de la casa de los padres, donde el refrigerador siempre tiene comida y las cuentas nunca deja de pagarse. De hecho, uno ni se entera que existen cuentas. Cuando finalmente vives sola y sabes que si no pasas por el supermercado morirás de hambre esa noche, el asunto deja de ser taaaaan maravilloso.

En eso pensaba de vuelta a casa cuando, por un par de segundos, dudé si las llaves estaban en mi bolso o en algún rincón del departamento vacío. Y ahí, como una revelación, se me ocurrieron varios argumentos atrasados para responderle a Clara que su vida emparejada tan terrible no es, porque esto de vivir sola también puede tener sus desventajas:

- Tienes el control remoto para ti sola, pero es una lata no tener con quien comentar lo que ves.

- Casi toda la comida se echa a perder en el refrigerador porque a nadie, pero a nadie se le ha ocurrido hacer porciones para uno -salvo por las sopas o esos fideos chinos con gusto a caldo concentrado que seguramente corroen el estómago.

- Necesitas tener excelente memoria o ser muy organizada para pagar el agua o la electricidad cuando corresponde, porque como nadie te lo recuerda sólo te enterarás si las lámparas no encienden.

- Debes dormir con un enorme pijama de polar para no pasar frío.

- Empiezas a desconfiar de los vecinos, del conserje y hasta del cartero imaginándolos como sicópatas que te atacarán en la mitad de la noche porque saben que no habrá quien te defienda.

- Cuando te sientes mal o simplemente estás cansada tienes que tragarte todo el dolor para salir de la cama y buscar tú misma la aspirina, el guatero o la taza de té.

- Sabes que si pierdes las llaves estarás condenada a llamar un cerrajero, porque no habrá nadie que te abra la puerta.

- Es verdad que tu baño puede llegar a estar impecable y en tonos rosados, pero en defensa de los hombres, partiendo por el marido de Clara, diré que nunca he escuchado a alguno de ellos quejarse por tener levantar siempre la tapa del wc.

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