jueves, julio 15

ay la juventud!

Hace unos días tomé un café con Mariel, mi vecina adolescente, cuando fui a devolverle un sacacorchos que me prestó su madre hace todavía más días. Abrió la puerta en pijama y con una cara del terror, pidiéndome que le disculpara la pinta pero que en realidad las últimas semanas ya no tiene vida por culpa del fin de semestre en la universidad.

Ahora que lo pienso, Mariel no puede ser adolescente si ya está en la universidad. Pero lo que pensé en ese momento fue que cómo puede ser que estos jóvenes (ja!) se quejen tanto de la vida universitaria. Me acordé de mi hermana Ana y de mis primas, que lo único que hacen es contar lo mucho que deben estudiar, lo exigentes que son sus profesores, lo poco que duermen y blablabá.

Me agotan un poco por dos razones:

1. ¿Qué les queda para cuando trabajen, cuando ya no puedan faltar cada vez que les dé la gana, estén realmente obligadas a cumplir horarios y en lugar de un profesor gruñón tengan un jefe mala onda que no les quiere dar vacaciones? Morirán, seguro.

Y 2. Mi época universitaria fue de lo mejor, hice grandes amigos, conocí gente interesante, estudié lo necesario, lo pasé muy bien y me titulé dignamente sin ningún episodio de estrés ni semanas sin dormir ni dejando de tener vida. Puros buenos recuerdos, y me da pena que estas niñas (ja otra vez!) pasen por esta etapa sufriendo y llorándole al mundo en lugar de disfrutando.

Ahora que trabajo en un barrio con hartas universidades, institutos, colegios y afines, siempre me cruzo con estudiantes que almuerzan papas fritas en el local de las esquina, sacan fotocopias en el negocio donde compro café y los días jueves y viernes, cuando los bares del sector ponen sus mesas en la vereda, tipo cuatro de la tarde ya figuran tomando cerveza de lo más felices. Y yo los envidio taaaaanto!

No es que codicie su cerveza, ni que quiera volver a estudiar. Lo que echo de menos un poco es esa despreocupación ante la vida, que tu mayor problema en el mundo sea conseguir el libro que debes leer para la prueba del día siguiente.

A veces me gustaría tener esa posibilidad de decir "me da lata ir a trabajar hoy, pero no importa si falto porque igual me alcanza la asistencia". O "no alcancé a terminar mi informe para la reunión, así que le pediré a alguien que me preste el suyo y luego le cambio un poco las palabras". O, lo mejor, "no importa que Jefecito nos esté explotando esta semana, porque la próxima empiezan nuestros TRES MESES de vacaciones de verano o al menos las DOS SEMANAS de vacaciones de invierno". Jajajaa sería bonito.

Pero hay otras cosas que no les envidio para nada. En el lugar de Mariel, Ana o las demás, me quejaría, por ejemplo, de no poder huir con el chico de la página web este fin de semana; de estar obligada a pedir plata y/o permiso para salir de la ciudad con él porque todavía dependen de sus padres y no pueden decir "qué tanto, si igual es MI sueldo que me gané con la tendinitis de MI índice derecho".

Puede que ya no sea capaz de almorzar un cono de papas fritas porque me provoca una gastritis horrible, que no tenga el tiempo ni el ánimo de sentarme a tomar cerveza a las cuatro de la tarde, que en mi cabeza convivan miles de voces recordándome miles de cosas mucho más complicadas que conseguir un libro. Puede que no tenga tres meses de vacaciones, pero nada de eso importa porque este fin de semana es largo y nos vamos.

Así que, bueno, ahora Mariel me envidia a mí.

2 comentarios:

Scarlet dijo...

hola! te acabo de encontrar en mis seguidores! y veo que te asaltan las mismas tonteras profundas que a mi, sobre todo el de la crisis y el sentirse estafada por no sentirse adulta a los 30, no recuerdo si lo escribí, pero siento EXACTAMENTE lo mismo. Y el miedo! Yo veia a mi mama que no le tenia nunca miendo a nada y hace pocos meses le pregunté y me contesto "pero no! claro que tenia miedo! pero hacia como que no, por ustedes..." Me treminó de romper la burbuja: no sólo me voy a sentir así siempre (70 años y sin ninguna idea de los plazos para las cuentas) sino que ademas toda la proteccion segura era falsa!! Valor. Yo les digo a mis hijos cuando algo me da miedo. Sin histerias, obvio, pero reconozco la debilidad. No se si será peor, pero prefiero que no tengan falsas certezas y sean fuertes ellos solos, resultará?
En fin, gracias por pasar y nos leemos!

PauS dijo...

Yo creo que el tema del miedo amerita post... le daré unas vueltas.

 

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